Emilio está muy ansioso. No hay nadie por la casa así que da vueltas. No sabe bien porque se asoma a la ventana y es que está tan ansioso que no sabe qué hacer. El corazón se le va a salir del pecho cuando ve que Carlos se está cercando. Nunca viene a esta hora. Emilio se queda paralizado mirándolo, suspira enamorado.
--¡que guapo es¡¡ ¡¡te amo, te amo¡
Él no ve que está asomado a la ventana. Va a llamar al timbre. Emilio sale a abrir en seguida. Siente un gran impacto al tener frente a frente a ese Adonis. Está muy contento. Lo mira con intensidad. Es una mirada que a Carlos lo hiere y le gusta. Lo hiere porque no puede corresponderle y le gusta porque nunca había despertado tanto amor en nadie.
--no he llamado.
--miraba por la ventana.
Kufy corre a recibirlo entusiasmado y tira un jarrón. No es la primera vez que lo rompe cuando llega Carlos . En esta ocasión lo para a tiempo.
--siempre lo tiras cuando yo llego --dice Carlos.
Deja el jarrón en su sitio. Lleva una bolsa con su ropa de él para cambiarse.
--¿dónde dejo esto?
Emilio le agarra la bolsa:
--ya te la guardo.
A Emilio le excita mucho tener la ropa de su amado en la mano. La deja en un armario de la entradita.
--no habré despertado a alguien ¿no?
--supongo que a tu novia --dice con celos.
Emilio usa un tono muy molesto aunque flojo.
Carlos no lo oye bien:
--¿qué decías?
--que tal vez a mi hermana, luego se lo preguntas.
--pues también.
--mi madre ha salido a comprar
A Emilio le encanta verlo pero le duele saber que no lo va a buscar a él, que va a buscar a la que no lo valora. Le duele saber que su sueño no se va a cumplir. Carlos y Ana se van a hacer unos trámites por problemas laborales que tienen. Regresan para la comida. Sin dudarlo Emilio ayuda a su madre en todo. Mientras Ana está tumbada en el sofá, Emilio se comporta como el perfecto amo de casa para su Carlos. El joven es muy cariñoso con el perro, le llama chulo, lo acaricia. Carlos va hacia el lavabo, el perro se le mete en medio. Con mucho cariño Carlos le dice:
--vete, Kufy , que voy al lavabo
Es muy difícil pasar porque el perro está en medio.
--uy que te piso la colita --le dice con cariño.
Carlos está sentado en el sofá mientras Emilio le va trayendo los platos. Emilio tiembla. Es tan guapo, tejanos negros, despatarrado, con un paquetorro que quita el hipo. Marca unas pelotas gigantescas... Esas bolas le llenan, le quema. Daría lo que fuera con jugar con ellas pero se conformaría con conocerlas. Lo desea. Aunque lo ama, también siente una fuerte atracción. No puede negar que desea acostarse con él. Ese chico le resulta tremendamente guapo, sexy y simpático. Está muy pendiente de él. Le va sacando los platos conforme acaba.
--no hace falta que te molestes, yo puedo hacerlo --dice Carlos .
Emilio le sonríe:
--me gusta hacerlo, no te preocupes.
Carlos le sonríe.
--¿quieres un café?
--si no te molesta --dice Carlos tímido.
--claro que no.
--Pues gracias --dice Carlos con una sonrisa que cautiva.
Emilio le trae el café y el azúcar para que se ponga lo que quiera.
--gracias.
Le da también servilletas.
--gracias.
Carlos se levanta después de tomar el café, le da las tazas a Emilio . Emilio se estremece a sentirlo tan cerca. Carlos lo penetra con esos intensos ojos que tiene:
--gracias por todo, en serio que no merezco tanto.
Emilio suspira enamorado:
--claro que sí, te lo mereces todo.
Carlos mira de reojo a Ana que pasa de él y es algo que le duele. Aunque no desea que Emilio deje de amarlo, Carlos siente que es su obligación:
--tú lo que tendrías que hacer es buscarte alguien que te ame como te mereces y atender como sabes a esa persona.
Con ese comentario Carlos le deja claro que no quiere nada con él. Emilio se siente roto por dentro. Siente que Carlos es un imposible y siempre lo será. Aunque no quiere llorar ante él, le duele que el amor de Carlos no sea para él. Tragándose sus lágrimas, Emilio se retira a su cuarto. Carlos lo llama dulce y triste.
--Emilio
Emilio lo mira de reojo. Con dulzura Carlos le dice:
--lo siento.
Es un lo siento que se puede interpretar: lo siento por ponerte triste, siento si te he molestado, siento no quererte como mereces. Es esto último lo que quiere decir él. Emilio se tumba en la cama. Mira la foto de él con resignación:
--no me amas... nunca me vas a amar.--solloza.
Carlos lo escucha tras la puerta. Le duele saber que está sufriendo por él y piensa que tal vez no ha sido buena idea acercarse tanto a él, pero también sabe que no puede hacerlo a un lado. Después de lo que pasó con las fotos sabe que Emilio depende de él y sólo espera que Emilio lo pueda canalizar todo y no sufra de más. Que no se les escape de las manos. Emilio se desahoga masturbándose pensando en Carlos.
Carlos se sienta en el sofá y quiere abrazar a Ana. Ella se lo saca de encima y Carlos piensa en lo feliz que se pondrían Emilio de que lo tocara de esa manera. Porque sabe que no le conviene jugar demasiado con Carlos, Ana accede ese día a dar una vuelta con Carlos . Él se cambia de ropa en el cuarto de ella, en presencia de Ana . Emilio se muere de celos, pues con lo que lo ama, con lo que lo desea, sería todo un lujo disfrutar del perfecto cuerpo desnudo de Carlos . Siente mucha rabia por su hermana que lo conoce y sigue sin valorarlo.
Como quien no quiere la cosa Emilio se acerca al baño que está al lado del cuarto de su hermana. En boxers, Carlos mira seductor a su novia.
--gracias por dejar que pase el día contigo.
Ella fuerza una sonrisa. En realidad está pendiente que Jose le mande un mensaje y le da rabia no saber de su amante. Carlos la acaricia y ella tiene que fingir que le gusta cuando le asquean.
--el día perfecto sería que me dejaras hacerte el amor...
Él le pone una carita de tierno pero ella le da un empujón:
--¡¡no¡
Él está desesperado:
--¡¡te necesito¡
--ya quedamos que no lo íbamos a hacer, tú así lo elegiste. Íbamos a ir al camping para eso pero tú renunciaste a eso para que viniera mi hermano.
--si pero...
Ana no lo deja seguir:
--haremos el amor cuando tengas dinero para hacerlo en un lugar bonito.
--como quieras --dice él resignado y vistiéndose.
Emilio lo ve irse. Carlos no le dice nada. Emilio tiene miedo que lo culpe por haberse quedado sin coger por él. También le emociona que haya preferido su compañía al sexo. Emilio siente rabia porque se ha dado cuenta que ese chico tan guapo tiene que rogar por algo que él le daría todas las veces que él quisiera encantado.
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