Emilio es un hombre triste. Nunca ha tenido amigos. No le gusta la gente. Es afeminado y eso hacía que aún se metieran con él. Tiene depresión y un trastorno de personalidad pero los psicólogos y los psiquiatras lo van pasando de un compañero a otro y nadie lo ayuda. Desde que acabó el instituto sólo salía de casa para ir al médico. Un día desde la parada de bus un perro pastor alemán lo siguió a su casa y desde entonces es su fiel amigo. Vive encerrado en su cuarto. Sólo sale lo mínimo. Aunque él mismo no lo reconozca aún una luz ha entrado a su vida en las últimas semanas. Se llama Carlos Ruiz y es el primer novio que su hermana, Ana, ha traído a casa. Es rubiecito y tiene unos ojos muy intensos, de 17 años. Muy muy guapo. Guapísimo, se ve muy persona. Trabaja en una empresa de correspondencia junto a Ana , ahí se conocieron. Emilio conoció a Carlos de referencias cuando Ana mantuvo un tórrido y escandaloso romance con José, el primo de Carlos , casado y con una niña en camino en esos momentos pero Ana estaba tan enamorada que no le importó nada. Para sacársela de encima, José trató que Ana se enamorara de Carlos . De hecho toda la familia quería que Ana le hiciera caso a Carlos para apartarla del camino de José. Ana ha acabado en los brazos de Carlos pero más que por amor por despecho e insistencia. Sin conocerlo y estando siempre al margen de todos los asuntos de su familia, a Emilio nunca le gustó ese chico, pensó que si todo el mundo tenía que ayudarlo tanto para conquistar a una mujer es que algo malo debía tener. Emilio lo conoce por casualidad porqué les trae las cartas. Carlos lo saluda siempre muy simpático pese a que Emilio responde toscamente. Pero aunque no lo quiere aceptar, Carlos le parece muy guapo y muy simpático. Aunque no se habla con nadie y no se preocupa por lo que pase en su familia, no entiende cómo su hermana no ha caído rendida a los brazos de ese chico que le parece la pareja ideal. Una día Emilio salía de su casa y Carlos iba a entrar a repartir las cartas.
--¡¡no… no¡ --le grita él para que no cierre la puerta.
Muy tímido Emilio le abrió la puerta. Fue la primera vez que le habló. Fue la primera vez que un hombre dice algo a Emilio desde el instituto, la primera vez que siente algo agradable fuera de su habitación. Es como cuando le gustaba un chico en el instituto que era las únicas veces que se sentía feliz. Se encuentran varias veces y Carlos siempre lo saluda muy simpático. En una ocasión la madre de Emilio le cuenta a Carlos lo insociable que es su hijo, que no habla con nadie. Es más le dice que mejor si lo ve no lo salude porque le molesta que lo saluden. Emilio no se entera de esto pero lo sospecha cuando el chico deja de saludarlo. Emilio se muere de rabia, lo que lo amarga aún más. No saca a nadie de su error pero la verdad es que lamenta que ese chico tan guapo y que tan bien le hacía sentir deje de saludarlo.
En esos momentos, Emilio vive centrado en las telenovelas que le encantan e intercambia cintas de video, con capítulos de telenovelas, con gente de otros países. Aunque no le apetece salir se entretiene mucho mirando esas cintas así que una vez al mes hace un esfuerzo y las lleva todas juntas a correos. Tiene que ir al centro y va en bus. A la subida, justo en la parada del autobús lo encuentra a Carlos. Se miran. Carlos no sabe qué hacer. Carlos lo saluda. Emilio se muere de ganas de hablar con él pero en realidad sería la primera vez que habla con alguien desde el instituto y tampoco es que hablara mucho entonces . Está cohibido, además piensa en el que dirán. Ni él mismo se atreve a pensar que le está gustando el muchacho. Tiene miedo de lo que se pueda pensar. Emilio es un hombre de casi 30 años y Carlos es el novio de su hermana y tiene 17 años. Carlos va con dinero, lo lleva en la mano. Emilio lleva una tarjeta de autobús. Lo quiere invitar, quiere que si alguien le ha dicho algo de que no le gusta la gente lo olvide, pero le da vergüenza y además piensa que es desubicado. "¿qué hago invitando a un chico tan joven y novio de mi hermana? " De todas formas llegado el momento no lo piensa. Lo hace. En realidad no le pregunta. Marca por los dos. Con una sonrisa que lo ruboriza a Emilio, el guapísimo cartero dice:
--gracias.
Emilio se pone colorado. No sabe qué se supone que le tiene qué decir, qué hacer. Nunca ha sido bueno hablando con la gente. Muy nervioso Emilio le dice:
--dale las gracias a mi madre, la tarjeta es suya.
Con una dulce mirada y una sonrisa encantadora Carlos dice:
--sí pero eres tú quien me has invitado.
Carlos es muy dulce y a Emilio le hace sentir bien. Además, no lo puede negar es muy muy guapo. Jamás había visto a un chico tan guapo. Pero es muy joven y no es gay. Sabe que no debe enamorarse de él, que es totalmente imposible, que será un amor sólo suyo, que tendrá que quemar sus labios con el silencio. No será un amor que le traiga felicidad. No hay sitio en el autobús para sentarse y los dos están el uno frente al otro. Los dos de pie. Emilio lo mira nervioso y Carlos sonríe muy seductor. A Emilio le encanta esa sonrisa. En un momento dado una chica se les pone en medio. ¡¡Emilio la hubiera matado¡¡ Carlos es el hombre más guapo que ha visto en su vida y le gusta mirarlo. Le duele perderse ese espectáculo. Alza la cabeza un poco para verlo. Esperaba que él no se diera cuenta pero no es así. Carlos sonríe. Bajan los dos en la misma parada. Están los dos frente a frente. Carlos sabe de los problemas del hombre, que no habla con nadie. Quiere ser amable y le gusta darse cuenta que Emilio le responde. Aunque bajo ningún concepto se le pasaría por la cabeza que Emilio pueda estar sintiendo algo por él. No le gustan los hombres y lo ve muy mayor como para pensar que le gusta.
Al mes siguiente, Emilio va a correos a la misma hora. No espera tener tanta suerte pero así es. Lo encuentra en la parada. Emilio se alegra mucho aunque trata de disimularlo. Con su dulzura y seducción innata el guapo cartero le pregunta:
--¿¿qué tal?
Muy nervioso y sin saber qué decirle, Emilio le muestra la tarjeta y dice:
--hoy también invito yo.
Carlos sonríe muy tierno.
--pues gracias.
Su novia le ha hablado de su hermano como si estuviera loco y a Carlos le gusta comprobar que no es así. Le interesa mucho caerle bien. Están mucho rato en silencio, Emilio está nervioso y Carlos no sabe qué decirle. Con timidez le va diciendo:
--el autobús no tardará…
Emilio no dice nada pero lo mira con intensidad. Mientras suben en el autobús y Emilio marca los dos viajes en la tarjeta, Carlos le dice.
--¿donde venden esas tarjetas? me tengo que comprar una. Ni modo que espere que tú me invites siempre.
Carlos es muy cariñoso, Emilio casi sonríe. Para lo triste que siempre está es toda una proeza por parte del muchacho que no tiene aún conciencia de todo lo que él está logrando con el amargado Emilio. Al ver que al hombre le gusta estar con él, Carlos le va dando conversación:
--yo voy mucho en taxi y en especial por la noche que me da un poco de miedo, sobretodo cuando voy para tu barrio... hay cada uno. No entiendo como no os ha pasado nada.
Emilio lo mira tímido:
--yo no salgo mucho.
Carlos sigue hablando:
--además que lo del taxi es un rollo porque por la noche te cobran mucho ¿qué vienes del médico?
Emilio le habla muy nervioso. Casi no le salen las palabras. Sólo en el instituto se vio obligado a hablar con alguien y pero no era un chico tan guapo y que le gustará tanto:
--no, de correos...
--¿y porqué no se lo das a tu hermana?
--bueno... es que prefiero hacerlo yo... además no es mucho... Voy una vez al mes.
En realidad no se le había ocurrido. La empresa de ellos es privada y tampoco es que esté cerca. No cree que su hermana quisiera y tampoco le quiere pedir el favor.
--ah entonces la última vez fue cuando nos vimos ¿no?
Emilio hace que sí con la cabeza. Aunque no sabe muy bien qué le está pasando, su corazón va bastante acelerado. Emilio le va hablando de los intercambios que hacen de cintas de video.
--ah sí me acuerdo, que te grabé la doctora Quinn.
--Si, es verdad.
UN día que no le funcionaba el video Emilio exigió que alguien hiciera algo porque no se quería perder ese capítulo en el que salía un actor mexicano, Eduardo Yañez. Su hermana le hizo el favor, aunque Emilio no sabía precisamente que fuera ese chico tan guapo quien se lo grabara.
Emilio al principio está muy nervioso, pero poco a poco la belleza y la simpatía del guapo cartero lo van atrapando. Le habla sin miedo a lo que puedan pensar los demás. No tiene muy claro lo que le está pasando con él y no sabe si es correcto o no lo que hace. Sólo sabe que le gusta estar con ese chico y lo aprovecha. Emilio le cuenta de sus cosas con los intercambios, que mucha gente vende.
--venderlas... un buen negocio... te puedes hacer de oro...
--venderlas no porque no es algo que me parezca ético. Lo que pasa es que si alguien me lo pide si que he vendido alguna y así me he podido comprar otras porque no tengo dinero.
--es verdad que no cobras nada. Te gastarás una fortuna en sellos y cintas.
--no. Mi padre coleccionaba sellos y yo los gasto ahora. Me sale gratis y las cintas igual. Tenía como 300. Uso las suyas.
Ya les toca bajar. Se despiden en la parada.
--Adiós, Emilio
A Emilio le gusta escuchar su nombre en boca de ese chico cuando no se lo ha dicho aunque tampoco es raro, él tampoco le ha dicho su nombre y Emilio lo sabe. Se van encontrando en los días siguientes y Carlos siempre lo saluda muy simpático ignorando lo que le dijo su novia. Carlos no comenta a nadie de sus encuentros con Emilio , tampoco por que piensa nada malo, simplemente no le da importancia. A Emilio le gusta compartir secretos con él, le fascina verlo a él…
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