Emilio cada vez se preocupa menos de encontrar excusas para hablar con Carlos . Sólo suele verlos los sábados en la noche que va a cenar a casa de la familia. Emilio espera ya ese día con ilusión. Justo en el momento que está él sentado en el sofá Emilio va a por un vaso de leche con cacao. Se lo bebe ante él. No le saca los ojos encima. Se sienta en el suelo, justo al lado de su perro que está a los pies del guapo chico. Para disimular un poco, Emilio le hace mimitos a su perro. Carlos lleva jeans ajustados y está con las piernas abiertas luciendo un gran bulto que deja sin aliento a Emilio. Hacía ua años que esos sentimientos sólo se lo despiertan los actores de la tele.
--sin duda debe estar muy bien dotado --dice con deseo y con sus ojos clavados ahí.
Sabe que Carlos no es para él ni tampoco le preocupa, vive el momento. No piensa en nada más. La visión le encanta y de hecho como está en su punto de mira pues lo goza sin problemas durante un largo rato. También le mira el rostro, nunca lo ha tenido tan cerca. Se ahoga en sus impresionantes ojos. Es guapísimo. Carlos e Ana han estado en Port Aventura y están comentando cosas como que todo es muy caro allá. Emilio quiere alargar ese momento, no quisiera tener que separar sus ojos de esa visión que tanto le está gustando. Aunque no es algo que suela hacer, Emilio le dice a su madre:
--sigue sin funcionarme la máquina ... a ver si el vecino me lo vuelve a mirar.
Emilio lo que pretendía es precisamente lo que ocurre:
--¿de qué habláis? --pregunta Carlos .
Para hacerle un favor a su hijo que cree que es un sacrificio hablar con el chico, la madre le comenta que se ha comprado una máquina de escribir eléctrica de segunda mano. No lleva instrucciones y no sabe cómo va. Un vecino los ayuda. A Carlos le gusta ver que Emilio se abre con él. Piensa que su familia le ha permitido, tal vez en su afán de protegerlo, que se aísle así que él se dirige a Emilio, quiere obligarlo a abrirse a la gente. Le gustaría poder ayudarlo a hacer una vida normal. No imagina lo que está empezando a sentir por él.
--en realidad si lleva instrucciones. Compré una que es más cara porque lleva instrucciones pero resulta que es de otra máquina y hay muchas teclas que ni idea para que sirven. Y el vecino pues de lo que entiende es de ordenadores. Mucho no se aclara tampoco
Le empieza a hacer preguntar sobre la diferencia entre esta y las de siempre.
--en realidad si lleva instrucciones. Compré una que es más cara porque lleva instrucciones pero resulta que es de otra máquina y hay muchas teclas que ni idea para que sirven. Y el vecino pues de lo que entiende es de ordenadores. Mucho no se aclara tampoco
Le empieza a hacer preguntar sobre la diferencia entre esta y las de siempre.
--yo es que sigo con las máquinas de toda la vida... esto está bien porque no hay que cambiar cinta ¿no?
----si lleva cinta pero supongo durará más. Parece el cartucho de una impresora --dice Emilio encantado de hablar con él.
--es un fastidio eso de tener que cambiar la cinta, yo casi no la cambio nunca... cuando se me acaba en el negro pues escribo con el rojo... No la uso mucho, sólo cuando en el trabajo me piden algo escrito para que quede mejor.
La madre está de pie algo sorprendida por la conversación que está teniendo su hijo. Nunca lo vio hablar con nadie y sabe que no le gusta la gente. Le parece un milagro. Ana está pendiente de la tele, así que Carlos es en esos minutos sólo para Emilio , algo que el hombre disfruta mucho. Hablan los dos solos como si no existiera nadie más. Para Emilio no existe nadie más. Sólo a veces se preocupa del perro que está de muy mal humor.
--es que lo hemos puesto a dieta porque ha dicho el veterinario que está muy gordo.
Carlos mira con cariño a Kufy :
--no es culpa nuestra... si no de los veterinarios, grúñeles a ellos.
A Emilio le fascina lo cariñoso que es Carlos con el perro pese a que le tiene algo de miedo.
--ya les gruñe ya.
--ya me imagino, si te gruñe a ti que eres el dueño... --dice porque el perro protesta ya que no tiene ganas de ser acariciado ni por su dueño.
--no imaginas la que monta cuando hay que pesarlo. no tienen báscula especial y el veterinario lo agarra a lo bruto y se pese con él en brazos.
Carlos resopla:
--cualquiera lo pesa¿y puede el veterinario con él?
--sí, es fortachón.
--yo conozco un tío que tiene una báscula municipal... podríamos ir un día en la noche para que te lo pesen... claro que tendría que ser en la noche porque se usa para pesar comida y si la gente ve que lo pesamos a él no creo que les guste.
Carlos no deja de sonreír y Emilio está encantado:
--si, me gustaría --dice casi como si Carlos le estuviera proponiendo una cita.
Carlos mira al perro con cariño pero este le muestra los dientes. Muy simpático Carlos dice:
--te ves muy feo cuando sacas los dientes.
Emilio sonríe y es que le encanta el chico. La madre de Emilio nunca había visto sonreír a su hijo. Carlos sigue hablando con Emilio que le cuenta del tema que más domina ,de su perro, de anécdotas, de su situación legal.
--ah pero ¿hay que pagar por tener perro?
Emilio le dice lo que le cuesta, que no es una miseria.
--¡¿y te parece poco¡? --dice algo molesto por lo que considera un robo más de los políticos-- ¡¡es que parece que se rían de nosotros¡¡ --se enfada al recordarlo-- ¡¡a mí me querían multar por pasear a la perrita en una plaza asquerosa dónde nunca va nadie¡¡
En un momento que Carlos se calla, Emilio va a su habitación y le lleva las placas que cada año el ayuntamiento le mandan. Le comenta también cómo era la pala de color rosa para recoger la caca que le regalaron cuando censó al perro:
--Y era una miniatura por supuesto que no sirve para nada... Ni la estrené.
--como para recogerlo así para con perdón de las damas (mira a la madre y a Ana que no hace ni caso a su novio) cuando está descompuesto...
A Emilio le hace gracia la finura del chico.
--no sé si sabes de una ley muy bestia en Italia en la que le cortan las cuerdas vocales a los perros que ladran...
Emilio ni lo escucha, sonríe fascinado. No por lo que cuenta sino por lo que disfruta de su presencia, de su conversación
--¿ah, te hace gracia? --dice Carlos molesto y decepcionado-- ¡pues a mi no, yo prefiero que me las corten a mí¡¡
--no claro --dice Emilio avergonzado.
Carlos no se le tiene en cuenta, habla del veterinario, que le sale muy caro. Tanto Emilio como su madre comentan que es excesivo, que al veterinario donde Emilio lleva a su perro le cuesta la mitad.
--¿a qué veterinario lo llevan ustedes? --pregunta él.
El ustedes a Emilio le choca pero entiende que es por su madre. Carlos comenta que él lleva su perro a un hospital y Emilio a una clínica. Hablan de las diferencias entre clínica y hospital que Emilio no encuentra ninguna.
--en un hospital tienen que atender hasta caballos -Carlos
--desde luego en el hospital de aquí no cabe --Emilio.
--los caballos tienen que ir a un veterinario rural --comenta Ana que se mete por primera vez mostrando sus conocimientos adquiridos por un programa de televisión llamado "veterinarios".
Del hospital de animales hablan del hospital de personas ya que el de ciudad ha sido trasladado y el antiguo está cerrado.
--creo que pondrán un manicomio ¿no? --dice Ana mirando a su hermano.
Emilio casi se ofende y muy alterado dice:
--¡¡y a mí que me cuentas, ni que estuviera loco¡¡
Carlos sonríe divertido. Le hace gracia la reacción del hombre y defiende a su novia:
--claro que no estás loco, nadie ha dicho que estés loco... era sólo un hablar.
Carlos le habla con mucho cariño. Emilio está encantado. Le habla Ana , Emilio está pendiente de él, también le habla la madre. Carlos no contesta a su novia y es Emilio , para decir algo, quien dice:
--ella te está hablando.
Carlos sonríe:
--sí, la he escuchado... los escucho a todos.
Emilio se fija en el culo de él, está de perfil y luce un trasero grande y jugoso. Al hombre le gusta mucho. No se puede negar que el chico está muy bueno y a Emilio le atrae y mucho. Carlos ya no le está haciendo caso a Emilio y además va al lavabo. A Emilio le parece demasiado esperarlo. Piensa que ya ha disfrutado mucho. ¡¡ha estado una hora con él y está encantado¡ Se siente genial. Es el mejor día de su vida. El primer día en el que puede decir que se ha sentido feliz. No sabe muy bien lo que siente pero le gusta estar con Carlos y no quiere pensar. Está muy revolucionado. La pared de su habitación está pegado al baño. Hay una ventana desde la que se ve la ventana del baño y se oye al chico haciendo pis fuertemente. A Emilio le encantaría ver cómo hace pis. Se pone muy cachondo y se empieza a masturbar. Más tarde vuelve a tomar otro vaso con cacao. Lo encuentra de pie, fumando. Muy sexy. Habla con Ana. Carlos mira a Emilio con una mirada llena de ternura, de amistad, de cariño. Una mirada que le penetra por dentro a Emilio, que le golpea el alma... Es demasiado lo que está sintiendo y Emilio prefiere retirarse ya. No vuelve a salir. Se queda en su cama pensando con deseo en Carlos . Se acaba masturbando de nuevo.
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