viernes, 26 de junio de 2020

Capítulo 8


En la  tarde justo a las 7. Emilio  se lleva una sorpresa. No suele ver a Carlos  entre semana  pero ese día Carlos  va a buscar a su novia. Llega muy perfumado, muy arreglado para salir. Aunque se arregla con esmero para seducir a su chica, cosa que nunca logra, a Emilio  sí lo seduce y mucho. Aunque él siempre le parece guapo. Y es que lo es y mucho. En el momento que ha llegado Emilio  está paseando a  Kufy así que se lleva la alegría cuando lo ve. El corazón del virginal treintañero late con fuerza. El perro va directo al chico.
--¡¡no...  Kufy no...¡ --grita Carlos.
El guapo Carlos  no quiere que el perro lo manche.
--a que este es tu sitio --dice Carlos .
Entonces Carlos  se levanta para que el perro se restriegue a gusto pero el perro se va hacia él. Emilio  contempla la escena con una sonrisa:
--lo que quieres es que le haga caso --Emilio.
--Si pero es que luego salgo todo guarro.
Pero no hay manera. Carlos  se va a un rincón. El perro con él. Carlos  claudica y empieza a acariciarlo.
--venga, ya está. Deja de molestarme.
Pero  Kufy no tiene bastante. Carlos está de espaldas a Emilio  que le contempla con deseo su apetitoso culo que es toda una delicia enfundado en aquellos tejanos negros. Emilio  lo contempla con deseo. Está muy muy cachondo. Ese hombre le gusta mucho y su culazo le pone muy cachondo. Aunque le duele que Carlos pasa de él disfruta durante bastante rato de la preciosa vista de la "espalda" de él. Carlos  se gira un momento y lo saluda muy simpático:
--perdona pero es que tu perro es muy pesado.
--es que te quiere mucho --dice Emilio con timidez.
Le iba a decir que todos lo queremos mucho pero le pareció excesivo. Emilio siente celos cuando se va con Ana . No se ven muy unidos. A Emilio le da rabia que no lo respete, que no lo valore cuando para él es su vida entera. Su todo.  Ese joven representa una gran ilusión. Lo único en lo que piensa cuando se levanta, a todas horas. Mientras espera el taxi, Carlos  e Ana  está tenso.
--y bueno... ¿donde vamos?
--donde quieras tú --dice ella.
Él pone cara de depravado:
--ya sabes dónde quiero ir...
Carlos  estaba ya de mal humor porque antes de verse su novia ya le había dicho que sexo no
--menos eso...
Carlos  se enfada:
--entonces ¿¿¡porqué me preguntas??¡
Ana  se hace la ofendida:
--¡¡es que solo estás pensando en sexo¡
Y Carlos  que siempre se queda con las ganas de ella dice incrédulo:
--¿¿qué? ¡¡si solo lo hacemos de vez en cuando¡¡ ¡¡hace dos meses que nada¡¡
Carlos  está muy necesitado pero Ana  no tiene ganas de un encuentro sexual. 
--¡¡tampoco hace falta que todos se enteren de tus problemas¡
--no creo que querer coger con mi novia sea mi problema... es algo normal --le reprocha él dolido.
--lo que pasa es que yo quiero hacer otras cosas contigo.
--¿¡sí y cuando me va a tocar desahogarme?¡ --dice él con ansiedad.
--No sé, cuando surja.--dice ella sin interés.
Él la mira con cara de pervertido y muy sediento de ella:
--¡¡pero si nosotros no ayudamos pues nunca se va a dar¡
--pues ahora no.
Carlos  está frustrado. Piensa que si fuera gay no tendría que suplicar por coger.

Un sábado más Emilio  está pendiente de la llegada de Carlos . Quiere salir a pasear a su perro antes que llegue él para no perderse detalle. Cuando  llega a casa Carlos  está ya allá. Sentado en una silla. Lleva camisa blanca. Emilio  nunca lo había visto tan despatarrado. Se le ve un gran bulto en la entrepierna. Sus jeans son blancos. Con ese bulto en sus narices Emilio no es capaz de mirarlo a la cara. Se distrae mirándole las pelotas, ese paquete tan apetitoso que  le encantaría descubrir. A sus casi 30 años Emilio sigue siendo virgen. Lo que más echa de menos es hacer una buena mamada. Sí le molesta ser virgen pero lo que más le gustaría es tener una buena verga en su boca. La de Carlos le encantaría. Su única experiencia en el sexo es tres mamadas que le hizo a un compañero de escuela a los 13 años. Carlos lo saluda y Emilio está tan embriagado. Está borracho de deseo. Emilio tiene tanta sed de ese gran  bulto que ni siquiera en ese momento lo mira a la cara. Carlos  prefiere hacer el que no se da cuenta de ese enorne deseo aunque es muy evidente. Sabe que el hombre es inofensivo y por eso le deja disfrutar tranquilo. Además  Kufy enseguida se restriega en él.
--¡¡no,  Kufy ¡ --se queja Carlos.
 Kufy venga a restregarse a él. Con una sonrisa tímida y una mirada caliente, Emilio  piensa:
--quien fuera perro...
Carlos  tratando que el perro no se restriegue en él pero no hay manera:
---¡¡vete al sofá... ¿porque siempre te tienes que restregar en mí¡? --le dice.
Emilio, muy cachondo,  piensa que tal vez sea cierto eso que dicen que los perros se parecen a sus dueños y que el perro hace exactamente lo que le gustaría hacerle él a Carlos. Carlos  se levanta. ¡¡Como le gusta a Emilio  ese culo¡¡ Tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no darle un pellizco. No entiende como su hermana no está todo el día en la cama con él, como aún tiene ganas de engañarlo con otro. Carlos  se va a la habitación de Ana  para limpiarse la baba. Cuando vuelve al comedor.
--¡¡no, otra vez no¡ --se queja al ver que el perro vuelve hacia él.
Entonces Emilio  se lo saca de encima para que se restriegue en él.
--da igual, igualmente volverá a restregarse en mí --dice Carlos.
--bueno... pero estará menos babeado.
Carlos  no le dice nada. No está de muy buen humor. Emilio  regresa a su cuarto como casi siempre. Con un sabor agridulce. Feliz porque ha visto a Carlos  pero triste porque tampoco ha sido un encuentro completo. Emilio  se tumba en la cama. Necesita masturbarse más que nunca. Y lo hace pensando en ese culo y en que se la mama a Carlos.



Cuando ya la madre  está dormida, Carlos  e Ana  a solas en el comedor. Él explica el motivo de su mal humor. Está sofocado:
--¡necesito sexo...¡¡ --dice él con cara de depravado.
Ella lo mira como si dijera una tontería:
--Precisamente ahora?
--hace mucho que no lo hacemos¡¡ --dice él desesperado.
--¡estamos en casa de mi madre¡¡no se puede¡ --dice ella como excusa.
Carlos  se levanta:
--¡¡ya me estoy hartando¡¡ --la dieta forzada lo tiene muy nervioso.
Ana  se da cuenta que está jugando demasiado con él. Sigilosamente se lo lleva a su cuarto. Carlos  la mira con cara de depravado. No puede creer que al fin pueda desahogarse.
--no te hagas ilusiones... todo no.
--bueno... algo es algo. --jadea él mientras que Ana  se arrodilla y le baja la cremallera.
Carlos  no tarda en jadear. Son pequeños jadeos. No cuentan con que Emilio está pendiente de todo. Ha salido corriendo de su cuarto. Pega el oído a la puerta y esos jadeos de Carlos lo ponen a 100. Se masturba pegado a la puerta escuchando los jadeos de Carlos. Emilio nunca se había excitado tanto y se viene enseguida. No quiere perderse nada así que se la guarda sin limpiar y la mano se la limpia con el interior del pijama. Le excita mucho ese jadeo final de Carlos. No puede creer que haya sido testigo de cómo su hermana se la mama a Carlos. Con las ganas que tiene de saborear una verga y esa especialmente. Siente celos, rabia. Le da rabia que sea su hermana la que esté gozando de ese chico que le gusta. Carlos lo pilla casi en la puerta pero no se imagina que lo ha espiado. Emilio se queda en shock al ver cómo Carlos sale subiéndose la cremallera de  los pantalones. Emilio se excita aún más. Le pone mucho ver como se sube la cremallera. Emilio está ardiendo. Carlos le sonríe y le guiña el ojo. Emilio explota de amor y deseo Ana  no entiende el odio con el que lo mira su hermano. Y es que Emilio, a parte de los celos,  no le perdona que esté jugando a dos bandas. Emilio  se encierra en el lavabo. Llora. Se da una ducha fría para bajarse el calentón. 

Carlos está satisfecho pero no del todo.
--¿porque no nos vamos  a un hotel? --dice él con una sonrisa de niño malo.
--¿tienes dinero?
--claro.
Ella se calla porque no sabe qué excusa ponerle. Él la estrecha entre sus brazos:
--¿porque no te gusta hacer el amor conmigo? --dice él triste.
Para sacárselo de encima ella dice:
--es que no me gusta hacerlo en un hotel.
--¿y entonces? --dice él ansioso.
--no sé... cuando vivamos juntos... --dice ella sin pensar.
Él la mira ilusionado, su rostro se ilumina:
--quieres que vivamos juntos? cuando?
--A su tiempo, primero tenemos que ahorrar mucho para tener una entrada para un piso.
Carlos  está ansioso de vivir con ella, de tenerla todas las noches
--podemos alquilar uno, con...
ella lo para:
--ya que nos ahorraremos la boda cuando lo hagamos será que podemos comprar uno. ¿ves como es mejor esperar a malgastar en un hotel?
Así Ana  espera controlar un poco los encuentros sexuales con su novio, él le guiña el ojo:
--está bien, esperaré... pero vamos  sola vez... --dice con cara de depravado-- de vez en cuando...
--si de vez en cuando--dice ella resignada y es que nadie le hace sentir como Jose, no quiere estar con nadie más pero sabe que necesita a Carlos  para cubrir las apariencia.
--¿cuando? -pícaro.
--ya veremos ¿es que no has tenido bastante?
--si, esperaré.
Carlos  está feliz, seguro que Ana  lo está amando. No se da cuenta de la mirada vacía de ella, en que sólo es un refugio para ella, Una tapadera que necesita Jose para acostarse con ella libremente. Ana  mira el reloj.
--es muy tarde.
--está bien... dame un beso --dice él con una sonrisa.
Ella le da un beso breve. Carlos  la estrecha entre sus brazos y la besa apasionadamente. A Ana  le ponen un SMS. Eso los interrumpe.
--¿¿quien es? --dice él molesto.
Ana  sabe que él  no sospeche la verdad:
--no sé... supongo mi amiga Espe.
--¿a esta hora?
--No la está pasando muy bien.
Ana  es muy convincente. Carlos  se tranquiliza:
--esta bien.
Él la besa y se va contento. Ana  lee el mensaje de Jose en el que la cita en 5 minutos en la esquina de su casa. Carlos  en boxers se tumba en su cama. Está feliz ante la idea de vivir con Ana , seguro que ya nada los separará. Mientras cerca de la casa de ella, dentro del auto, Jose fornica como una bestia con una sumisa Ana .

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