En la tarde justo a las 7. Emilio se lleva una sorpresa. No suele ver a Carlos entre semana pero ese día Carlos va a buscar a su novia. Llega muy perfumado, muy arreglado para salir. Aunque se arregla con esmero para seducir a su chica, cosa que nunca logra, a Emilio sí lo seduce y mucho. Aunque él siempre le parece guapo. Y es que lo es y mucho. En el momento que ha llegado Emilio está paseando a Kufy así que se lleva la alegría cuando lo ve. El corazón del virginal treintañero late con fuerza. El perro va directo al chico.
--¡¡no... Kufy no...¡ --grita Carlos.
El guapo Carlos no quiere que el perro lo manche.
--a que este es tu sitio --dice Carlos .
Entonces Carlos se levanta para que el perro se restriegue a gusto pero el perro se va hacia él. Emilio contempla la escena con una sonrisa:
--lo que quieres es que le haga caso --Emilio.
--Si pero es que luego salgo todo guarro.
Pero no hay manera. Carlos se va a un rincón. El perro con él. Carlos claudica y empieza a acariciarlo.
--venga, ya está. Deja de molestarme.
Pero Kufy no tiene bastante. Carlos está de espaldas a Emilio que le contempla con deseo su apetitoso culo que es toda una delicia enfundado en aquellos tejanos negros. Emilio lo contempla con deseo. Está muy muy cachondo. Ese hombre le gusta mucho y su culazo le pone muy cachondo. Aunque le duele que Carlos pasa de él disfruta durante bastante rato de la preciosa vista de la "espalda" de él. Carlos se gira un momento y lo saluda muy simpático:
--perdona pero es que tu perro es muy pesado.
--es que te quiere mucho --dice Emilio con timidez.
Le iba a decir que todos lo queremos mucho pero le pareció excesivo. Emilio siente celos cuando se va con Ana . No se ven muy unidos. A Emilio le da rabia que no lo respete, que no lo valore cuando para él es su vida entera. Su todo. Ese joven representa una gran ilusión. Lo único en lo que piensa cuando se levanta, a todas horas. Mientras espera el taxi, Carlos e Ana está tenso.
--y bueno... ¿donde vamos?
--donde quieras tú --dice ella.
Él pone cara de depravado:
--ya sabes dónde quiero ir...
Carlos estaba ya de mal humor porque antes de verse su novia ya le había dicho que sexo no
--menos eso...
Carlos se enfada:
--entonces ¿¿¡porqué me preguntas??¡
Ana se hace la ofendida:
--¡¡es que solo estás pensando en sexo¡
Y Carlos que siempre se queda con las ganas de ella dice incrédulo:
--¿¿qué? ¡¡si solo lo hacemos de vez en cuando¡¡ ¡¡hace dos meses que nada¡¡
Carlos está muy necesitado pero Ana no tiene ganas de un encuentro sexual.
--¡¡tampoco hace falta que todos se enteren de tus problemas¡
--no creo que querer coger con mi novia sea mi problema... es algo normal --le reprocha él dolido.
--lo que pasa es que yo quiero hacer otras cosas contigo.
--¿¡sí y cuando me va a tocar desahogarme?¡ --dice él con ansiedad.
--No sé, cuando surja.--dice ella sin interés.
Él la mira con cara de pervertido y muy sediento de ella:
--¡¡pero si nosotros no ayudamos pues nunca se va a dar¡
--pues ahora no.
Carlos está frustrado. Piensa que si fuera gay no tendría que suplicar por coger.
Un sábado más Emilio está pendiente de la llegada de Carlos . Quiere salir a pasear a su perro antes que llegue él para no perderse detalle. Cuando llega a casa Carlos está ya allá. Sentado en una silla. Lleva camisa blanca. Emilio nunca lo había visto tan despatarrado. Se le ve un gran bulto en la entrepierna. Sus jeans son blancos. Con ese bulto en sus narices Emilio no es capaz de mirarlo a la cara. Se distrae mirándole las pelotas, ese paquete tan apetitoso que le encantaría descubrir. A sus casi 30 años Emilio sigue siendo virgen. Lo que más echa de menos es hacer una buena mamada. Sí le molesta ser virgen pero lo que más le gustaría es tener una buena verga en su boca. La de Carlos le encantaría. Su única experiencia en el sexo es tres mamadas que le hizo a un compañero de escuela a los 13 años. Carlos lo saluda y Emilio está tan embriagado. Está borracho de deseo. Emilio tiene tanta sed de ese gran bulto que ni siquiera en ese momento lo mira a la cara. Carlos prefiere hacer el que no se da cuenta de ese enorne deseo aunque es muy evidente. Sabe que el hombre es inofensivo y por eso le deja disfrutar tranquilo. Además Kufy enseguida se restriega en él.
--¡¡no, Kufy ¡ --se queja Carlos.
Kufy venga a restregarse a él. Con una sonrisa tímida y una mirada caliente, Emilio piensa:
--quien fuera perro...
Carlos tratando que el perro no se restriegue en él pero no hay manera:
---¡¡vete al sofá... ¿porque siempre te tienes que restregar en mí¡? --le dice.
Emilio, muy cachondo, piensa que tal vez sea cierto eso que dicen que los perros se parecen a sus dueños y que el perro hace exactamente lo que le gustaría hacerle él a Carlos. Carlos se levanta. ¡¡Como le gusta a Emilio ese culo¡¡ Tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no darle un pellizco. No entiende como su hermana no está todo el día en la cama con él, como aún tiene ganas de engañarlo con otro. Carlos se va a la habitación de Ana para limpiarse la baba. Cuando vuelve al comedor.
--¡¡no, otra vez no¡ --se queja al ver que el perro vuelve hacia él.
Entonces Emilio se lo saca de encima para que se restriegue en él.
--da igual, igualmente volverá a restregarse en mí --dice Carlos.
--bueno... pero estará menos babeado.
Carlos no le dice nada. No está de muy buen humor. Emilio regresa a su cuarto como casi siempre. Con un sabor agridulce. Feliz porque ha visto a Carlos pero triste porque tampoco ha sido un encuentro completo. Emilio se tumba en la cama. Necesita masturbarse más que nunca. Y lo hace pensando en ese culo y en que se la mama a Carlos.
Cuando ya la madre está dormida, Carlos e Ana a solas en el comedor. Él explica el motivo de su mal humor. Está sofocado:
--¡necesito sexo...¡¡ --dice él con cara de depravado.
Ella lo mira como si dijera una tontería:
--Precisamente ahora?
--hace mucho que no lo hacemos¡¡ --dice él desesperado.
--¡estamos en casa de mi madre¡¡no se puede¡ --dice ella como excusa.
Carlos se levanta:
--¡¡ya me estoy hartando¡¡ --la dieta forzada lo tiene muy nervioso.
Ana se da cuenta que está jugando demasiado con él. Sigilosamente se lo lleva a su cuarto. Carlos la mira con cara de depravado. No puede creer que al fin pueda desahogarse.
--no te hagas ilusiones... todo no.
--bueno... algo es algo. --jadea él mientras que Ana se arrodilla y le baja la cremallera.
Carlos no tarda en jadear. Son pequeños jadeos. No cuentan con que Emilio está pendiente de todo. Ha salido corriendo de su cuarto. Pega el oído a la puerta y esos jadeos de Carlos lo ponen a 100. Se masturba pegado a la puerta escuchando los jadeos de Carlos. Emilio nunca se había excitado tanto y se viene enseguida. No quiere perderse nada así que se la guarda sin limpiar y la mano se la limpia con el interior del pijama. Le excita mucho ese jadeo final de Carlos. No puede creer que haya sido testigo de cómo su hermana se la mama a Carlos. Con las ganas que tiene de saborear una verga y esa especialmente. Siente celos, rabia. Le da rabia que sea su hermana la que esté gozando de ese chico que le gusta. Carlos lo pilla casi en la puerta pero no se imagina que lo ha espiado. Emilio se queda en shock al ver cómo Carlos sale subiéndose la cremallera de los pantalones. Emilio se excita aún más. Le pone mucho ver como se sube la cremallera. Emilio está ardiendo. Carlos le sonríe y le guiña el ojo. Emilio explota de amor y deseo Ana no entiende el odio con el que lo mira su hermano. Y es que Emilio, a parte de los celos, no le perdona que esté jugando a dos bandas. Emilio se encierra en el lavabo. Llora. Se da una ducha fría para bajarse el calentón.
Carlos está satisfecho pero no del todo.
--¿porque no nos vamos a un hotel? --dice él con una sonrisa de niño malo.
--¿tienes dinero?
--claro.
Ella se calla porque no sabe qué excusa ponerle. Él la estrecha entre sus brazos:
--¿porque no te gusta hacer el amor conmigo? --dice él triste.
Para sacárselo de encima ella dice:
--es que no me gusta hacerlo en un hotel.
--¿y entonces? --dice él ansioso.
--no sé... cuando vivamos juntos... --dice ella sin pensar.
Él la mira ilusionado, su rostro se ilumina:
--quieres que vivamos juntos? cuando?
--A su tiempo, primero tenemos que ahorrar mucho para tener una entrada para un piso.
Carlos está ansioso de vivir con ella, de tenerla todas las noches
--podemos alquilar uno, con...
ella lo para:
--ya que nos ahorraremos la boda cuando lo hagamos será que podemos comprar uno. ¿ves como es mejor esperar a malgastar en un hotel?
Así Ana espera controlar un poco los encuentros sexuales con su novio, él le guiña el ojo:
--está bien, esperaré... pero vamos sola vez... --dice con cara de depravado-- de vez en cuando...
--si de vez en cuando--dice ella resignada y es que nadie le hace sentir como Jose, no quiere estar con nadie más pero sabe que necesita a Carlos para cubrir las apariencia.
--¿cuando? -pícaro.
--ya veremos ¿es que no has tenido bastante?
--si, esperaré.
Carlos está feliz, seguro que Ana lo está amando. No se da cuenta de la mirada vacía de ella, en que sólo es un refugio para ella, Una tapadera que necesita Jose para acostarse con ella libremente. Ana mira el reloj.
--es muy tarde.
--está bien... dame un beso --dice él con una sonrisa.
Ella le da un beso breve. Carlos la estrecha entre sus brazos y la besa apasionadamente. A Ana le ponen un SMS. Eso los interrumpe.
--¿¿quien es? --dice él molesto.
Ana sabe que él no sospeche la verdad:
--no sé... supongo mi amiga Espe.
--¿a esta hora?
--No la está pasando muy bien.
Ana es muy convincente. Carlos se tranquiliza:
--esta bien.
Él la besa y se va contento. Ana lee el mensaje de Jose en el que la cita en 5 minutos en la esquina de su casa. Carlos en boxers se tumba en su cama. Está feliz ante la idea de vivir con Ana , seguro que ya nada los separará. Mientras cerca de la casa de ella, dentro del auto, Jose fornica como una bestia con una sumisa Ana .
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