Ana tiene que hacerle cambiar de idea sin que se le note que no tiene ninguna intención de vivir con él. Carlos espera ansioso la respuesta de ella:
--¿y bien? si quieres mañana hablamos con mis padres y...
Ana lo interrumpe con un beso.
--No...
Ana le ve la decepción en los ojos. Tiene miedo de perderlo. Es un gran apoyo, una gran tapadera.
--¿¿porqué? --pregunta él con la voz rota.
Él está desesperado por llevar una vida completa de pareja con ella. Ella le toma de la mano:
--Cuando viva contigo será en nuestra propia casa... No tenemos prisa.
Él tiene una cara de necesitado y dice poniendo aún cara de pena:
--¿tú crees que es normal que un hombre con novia esté tanto tiempo sin hacerlo?
Aunque no le apetece ella siempre guarda eso para cuando le interesa. Muy mimosa ella le acaricia el pecho:
--pero para hacerme el amor no tenemos que vivir juntos... podemos ir a un hotel.
Él la mira con cara de depravado:
--ahora?
Para no escucharlo más se va. Carlos tenía tantas ganas que es muy rápido. Ella se queda a su lado, pensando en Jose, en que sólo él la hace sentir mujer. Carlos jadea encantado.
--que ganas tenía.
Ella está de espaldas a él. Él la abraza. La besa por el cuello.
--¿te pasa algo?
Como no la está mirando a los ojos ella no se molesta en fingir. Aunque no le ve la mirada sabe que nunca está feliz después de hacer el amor con él y es algo que le duele.
--¿no te gustó?
--claro que sí. --dice ella con una voz de más de no que de sí.
Ha estado dentro de ella, ahora la tiene entre sus brazos pero aún así la siente muy lejana.
--yo lo siento es que...
Ella se gira para mirarlo. Le pone las manos en la boca:
--por favor... no.
Ella se levanta.
--venga, que ya hicimos lo que querías. No quiero llegar tarde a casa.
Los dos se empiezan a vestir con tristeza. A él le atormenta el desamor de ella y ella se siente condenada a estar con un niño cuando ama a José.
--ese sí es un hombre de verdad --dice para sí.
Van juntos en taxi. Primero se baja ella. Se muestra amorosa con su novio que se va tranquilo. Ana no entra en casa. José la espera en la esquina en el auto. Fornican en un descampado cercano. Luego él la echa del auto como si fuera una basura y Ana entra en su casa sin que la vean y se encierra en su cuarto a llorar.
Dias después… Carlos va a casa de su novia. Carlos tiene ganas de ver a Emilio , Ana lo hace sentir una basura como hombre. Emilio en cambio un superman. Un Dios. A veces lamenta no ser gay para no poder darle a Emilio lo que desea. Emilio está en la cocina preparándose un vaso de leche con cacao. Cuando sale lo que menos se espera es encontrarse con ese culo. Carlos . El guapo cartero está de espaldas mirando algo en la mesa. Esto es toda una dosis de adrenalina para el virginal hombre. Carlos es su mejor medicina. Es tan guapo. Emilio lo saluda eufórico. Está feliz. Y Carlos sabe que esa felicidad es por él, esa felicidad que le hace sentir a Emilio, también le hace sentir feliz a él. A Carlos le gusta provocar esos sentimientos en alguien. Carlos responde al saludo de su cuñado con un dulce sonrisa aunque sin despegar los labios. Es una sonrisa llena de cariño y de los mejores deseos para con Emilio. Para Emilio ver a ese chico tan guapo es todo un impacto pero no se atreve a mirarlo mucho. Carlos lo está mirando como tratando de descubrir lo que siente y espera de él. Emilio no quiere ser descarado. Lo mira de reojo. Suspira fascinado. Está muy cachondo. El deseo de Emilio le llega muy dentro. Está seguro que el virginal hombre se siente atraído hacia él y eso le hace sentir bien aunque le preocupa que Emilio no pueda controlar lo que siente. Sabe que nunca va a intentar nada con él. Sabe que aunque fuera gay y soltero Emilio nunca se atrevería a decir ni a hacer nada. Y por ese lado está tranquilo. Los cuñados se sonríen.
--no sabía que ya habías llegado.. --dice Emilio feliz.
--pues ya ves que sí.
Carlos es muy dulce con Emilio. Se ha cortado el pelo y aunque le gusta con más pelo obviamente es imposible que esté feo. Lleva una camiseta de azul mecánico. LLeva los jeans negros. Emilio suspira enamorado:
--¡que bueno está¡ --piensa.
--¿como va todo? --pregunta Carlos.
--bien... ¿te has cortado el pelo?
Carlos sonríe mientras se acaricia la cabeza:
--Me pelo yo mismo.
--¿en serio? -sorprendido.
--Si, con la... --Carlos se pasa la mano con la cabeza imitando el sonido de una màquina eléctrica-- ¿me quedó mal?
Carlos sonríe muy seductor. La mirada de Emilio lo dice todo.
--claro que no te queda mal -dice Emilio.
No dice todo lo que piensa de él porque no puede olvidar que es el novio de su hermana. Los dos se quedan mirándose en silencio un buen rato. A Carlos le gusta sentir la admiración de Emilio pero no el deseo por eso quiere ser prudente. Mantener las distancias. No lo quiere lastimar, no le quiera dar alas a sus sentimientos. No quiere hacer nada que lo ilusione, que haga que Emilio piense que él va a corresponder a sus sentimientos. No es gay y eso no va a cambiar.
No sólo le preocupa el virginal hombre, también que Ana pueda malinterpretar las cosas si se entera que su hermano pudiera estar enamorado de él y que él alimentó ese sentimiento.
--bueno... nos vemos.
La belleza y la simpatía de Carlos tienen a Emilio muy acelerado. Trata de controlarse. No quiere que Carlos se sienta ofendido y no vuelva a la casa. No soporta la idea de no volver a verlo. Prefiere disfrutar de él un poquito que no verlo nunca más. Puede soportar no hablar con él, saber que ama a otra y que nunca será suyo pero lo que bajo ningún concepto podría soportar es no verlo nunca más. Vuelve a su habitación. Los celos la atormentan. Es la infiel de Ana la que está gozando de la compañía de ese hombre tan guapo, tan dulce y lo peor es que no lo valora para nada. Está muy cachondo. Necesita desahogarse y le gusta masturbarse escuchando esa seductora voz que es música celestial para sus oídos. Después de masturbarse y pasado un tiempo prudencial vuelve a salir. Va al comedor como si buscara algo. Se miran, Carlos le sonríe débilmente moviendo poco los labios. Emilio lo mira en silencio. Le sonríe. Ana está en el baño. La presencia de el virginal hombre pone en apuros a Carlos que no sabe si hablarle o no. Para no estar pendiente de la ardiente mirada de Emilio, Carlos acaricia al perro y le dice cosas de cariño que a Emilio le emocionan. Cada vez que lo va conociendo le gusta más y más...
Vuelve a salir en otras ocasiones durante la noche. Se encuentran cara a cara. Carlos le sonrie. Le emociona que Emilio se tome tanto interés en él pero también le duele que la vida de el virginal hombre gire en torno de él pero no sabe cómo ayudarlo sin correr el riesgo que se obsesione con él o se enamore más aún de él. Ninguna de las dos opciones le gusta. En otro rato que sale lo "espía" desde el pasillo. Carlos está en una silla. No lo ve. Emilio lo mira durante largo rato llenándose de la belleza de ese chico que tanto le gusta, que tanto le hace sentir, que tanto lo anima, que es su luz, su ilusión. A solas en su habitación se masturba una vez más sintiendo la presencia de ese chico tan guapo.
La última vez que sale antes de irse a la cama Carlos está estirado en el sofá, los pies de él están en la falda de Ana . Emilio no puede evitar un sentimiento de celos y de envidia. Antes de meterse en la cama mira esa foto de Carlos que guarda a escondidas como el mayor de sus tesoros. Se masturba mirándola. Así se va a dormir más relajado. Es guapo y simpático. Besa esa foto envidiando a su hermana.
--las hay con suerte.
Y lo peor es que no lo valora.
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